Quizas no haya observatorio mejor de la vida madrileña
que una terraza de uno de sus innumerables bares. Incluso cuando llovizna y de
terrazas ni hablar, puede que un bar y sus intimas paredes sean el lugar ideal
para descubrir la obra de una artista singular. En uno de estos bares Carmen
Gonzalez nos cuenta su amor por el arte figurativo y su particular atracción
por el "siniestro".